En algo tan cotidiano como el envase de plástico para comercializar alimentos y productos de limpieza halló hace más de 25 años su gran filón de innovación industrial y, desde su Coria del Río natal, fabrica y patenta máquinas y sistemas que mejoran la capacidad de producción de multinacionales como Nestlé y Carlsberg

NOMINADO por segundo año consecutivo al Premio Alas a la Exportación, en su despacho nos muestra envases de Argentina, de Dubai, de Rusia, de China, para aceite, cerveza, productos de limpieza, etc.

Donde usted vea en las tiendas recipientes de plástico de cinco litros con asa, tenga por seguro que la máquina que le ha puesto el asa de polietileno, y la que instala el tapón, están relacionadas con las patentes de And&Or para diseñarlas y fabricarlas.

Gestadas en un pequeño polígono de Coria del Río, donde Antonio Ortega nació hace 60 años. Un ingeniero industrial que se familiarizó con el orgullo por lo andaluz que reivindicaba Blas Infante, pues desde su juventud tuvo relación en el pueblo con la familia Infante. Ahora tiene agentes en Suiza, Holanda, Turquía, Brasil y otros países para comercializar sus sistemas.

¿Dónde empezó a trabajar?

En 1978, en una pequeña empresa, Electrónica Digital, creada por los inversores de Proinsur para explorar las posibilidades de negocio en ese sector. Me encomendaron potenciar la vertiente comercial de la empresa y que no fuera sólo un laboratorio de investigación. En ocho años, la empresa creció de tener tres empleados a treinta. Desarrollé productos que yo mismo diseñaba y comercializaba entre clientes que conseguí por Cataluña, Madrid y Andalucía.

¿Qué productos eran?

Varios equipos electrónicos. Uno de ellos controlaba el espesor del macarrón de polietileno en las máquinas de soplado, para obtener una botella de plástico uniforme, con el mínimo peso y la mayor resistencia posible. Se me ocurrió porque Luis Ybarra, de Cydeplas, uno de los socios, me enseñaba su fábrica y me animaba a inventar para mejorar la fabricación de envases. Y la zona adecuada para venderlo era Cataluña, donde hay mucha industria de envasado. Al principio, eran muy recelosos ante un sevillano que les intentaba vender: Tengo un equipo electrónico fabricado en Sevilla que a usted le va a hacer ganar dinero. La propuesta era: Yo monto la máquina y se lo demuestro en una semana. Hacíamos test de calidad con sus técnicos, y a la semana firmaban el acuerdo y las condiciones de pago.

¿Cómo fundó su propia empresa?

En 1986 era socio de Electrónica Digital en un 10 % pero no comulgaba con la mentalidad imperante. Decidí iniciar la aventura por mi cuenta y hace 25 años fundé And&Or. Le puse ese nombre porque And y Or son las puertas lógicas de cualquier hardware. Quería que mi empresa se basara en la lógica.

Empecé solo. Le compré a mi suegro un solar en Coria y junto a una cochera monté un pequeño taller. Me dediqué inicialmente a implantar el pesaje industrial electrónico, con células de carga. Por ejemplo, convertí en básculas electrónicas todas las plataformas mecánicas de pesaje que tenía Explosivos Rio Tinto en Sevilla. Después en las empresas del Polo Químico de Huelva. Les vendía eso y el software de gestión.

Pero su fuerte ha sido el envase.

Volví a dedicarme más a ese sector porque mis antiguos clientes querían nuevas aplicaciones, y se había creado fama de que me atrevía con todo, abierto a cualquier necesidad de un cliente y no sólo les vendía un producto predeterminado. Y ya empecé a crear una estructura de empresa con jóvenes de Coria que fui formando para desarrollar equipos electrónicos.

A las dos años, compré con hipoteca una nave de 300 metros cuadrados para seguir creciendo. Empezamos con un comprobador de estanqueidad de alta producción rotativo. Era la manera de probar, sin parar la producción, que la botella no tiene pérdida de aire. Había que hacerlo a velocidades de envasado entre 9.000 y 15.000 botellas a la hora. Y hemos llegado a superar las 25.000. La tecnología que incorporé dio lugar a una patente que ya tiene 20 años. Las primeras ventas de rotativas de envase las hicimos a las aceiteras Arlesa y Carbonell y a Bilore, de detergentes. Y después Henkel. Y las vendedoras de agua mineral de España y Portugal,…

Detalle qué ventajas les aportaba.

Con el comprobador de estanqueidad se desperdiciaban menos envases y era necesario menos personal para atender la producción de plásticos que entonces eran más porosos y sucios. Y también nos abrimos hueco en el mercado aportando soluciones a la ordenación de las botellas en las líneas de empaquetado. Las fábricas estaban llenas de empleados en funciones de manipulado. Eso restaba agilidad y rentabilidad.

Con el negocio de las automatizaciones que aportamos a las mesas de ordenación, seguimos creciendo y de una nave pasamos a tres en Coria.

¿Cómo dio el salto al extranjero?

Empezamos a asistir a ferias internacionales: Barcelona, Israel, Düsseldorf,… Me di cuenta que las necesidades en las fábricas a nivel internacional eran las mismas. Comprendí que lo que vendía tenía un valor. Y que había italianos y alemanes que lo hacían con rentabilidad. El concepto era, y sigue siendo, crear máquinas y aplicaciones que nadie hubiera hecho. De la mayor velocidad de envasado posible para aplicarle así un mejor precio.

Ahora hacemos líneas completas de envasado y proyectos integrales de fábricas.

¿Cuántas máquinas construyen hoy en día cada año?.

Unas 30 o 40 máquinas. Facturamos en torno a los 5 millones de euros, el 75% procede de la exportación, y tenemos 30 trabajadores. La media de incorporación ha sido de uno por año. Ahora sí estamos en condiciones de crecer con más rapidez. La crisis no ha bajado la cartera de pedidos, la tenemos mayor que nunca.

¿Cuál es su mayor competencia?

Mi competencia es todo el mundo. El alemán innova y por eso es una potencia exportadora. El chino imita y es imbatible sólo en la producción repetitiva por sus bajos costes. En el tiempo que tarda en copiarte, tú has de seguir innovando para mantener la ventaja. Somos personas, como los alemanes y los chinos. Y también tenemos una cabeza y dos manos. Se trata de querer, de dedicarle horas, preparación y creatividad.

Supongo que las multinacionales a las que provee le exigirán fuertes estándares de calidad.

Han venido a Coria y han comprobado de lo que somos capaces. Si les fallamos, estamos perdidos. Las fábricas de esas multinacionales son pueblos enteros. Aprendamos de ellos para mejorar la economía de nuestra tierra. Basan su creación de riqueza en las personas. No tienen materias primas. Es el espíritu de generar, con su capacidad intelectual, algo que se pueda vender y que otros no puedan hacer. Hagamos lo mismo y el mercado será nuestro. Porque personas somos, como ellos.

¿Percibe ese espíritu en Sevilla?

El problema es la falta de confianza que existe en nosotros mismos. Se sigue alimentando esa falta de autoestima. Nos hace daño la equiparación constante con el folklore mal entendido y con el chiste barato, la creencia de que no podemos vivir de otra cosa. Y así estamos siempre dependiendo de terceros. De lo que nos quiera dar la Administración, de lo que nos quiera dar Europa, …. Y nosotros, ¿no podemos dar?.

En And&Or hay 30 personas y están contagiadas de el espíritu que ha hecho rentable a la empresa desde el primer día. Hemos invertido cuatro millones de euros en una planta industrial más grande, en la carretera Coria-Gelves, porque aquí ya no cabemos.

¿Qué van a desarrollar?

La preinstalación de las maquinarias, probarlas y solucionar todos los problemas técnicos, con el fin de viajar hasta nuestro cliente para hacerle el montaje ya con todo resuelto de antemano. Mi hijo Antonio ve claro nuestro potencial de crecimiento. Eso nos lleva a realizar fichajes de titulados universitarios de 30 años con experiencia. Ya no podemos, como hasta ahora, coger únicamente chavalitos del pueblo, hijos de amigos que yo preparo.

¿En la clase empresarial prima la subvención y el conformismo?

Ese es el concepto de empresario igual a señorito. Y eso se vende desde la política. A ciertos sectores sociales se le vende que el empresario es un señorito. Eso es un error. Ni el empresario tiene por qué ser un señorito ni escasean los trabajadores que se han hecho unos señoritos. El problema de justicia social es muy claro. El que trabaja más, gana más. Mi gente eso lo tiene claro.

Como ciudadano, ¿Qué piensa cuando ve que la mala gestión de los ayuntamientos se consuma en no poder pagar ni la luz?

En la sociedad española se ha perdido el concepto claro de que esfuerzo es igual a resultado. Aquí ha habido 15 o 20 años donde los resultados no tenían nada que ver con el esfuerzo, venían por otras razones, porque alguien me lo facilita… En los pueblos, se ha promocionado a determinados personajes desde los ayuntamientos, recalificando esto y lo otro… a cambio de que ingresaran equis dinero.

Era el tú te enriqueces aunque después vayas a la cárcel y yo me lleve el dinero y nadie lo sepa. La Administración ha estado acostumbrada a no hacer los deberes de todos los días. A no hacer que el barrendero barra, que el administrativo tenga los papeles al día,… Y han metido en ella a gran cantidad de personas. Así cada vez había menos gente que generara riqueza. Nadie ponía límite desde las instituciones al gasto en los ayuntamientos, viendo que se basaban en ingresos sin futuro.

Ahora, obligatoriamente, habrá despidos y reajustar las plantillas a lo que debió ser siempre. Y la gente en paro no debe esperar a que el trabajo le llegue, tiene que ponerse en marcha para crearlo.

A bote pronto, ¿qué propone para mejorar Sevilla?

Dejemos de vender Sevilla como la ciudad del folklore barato y empecemos a venderla como ciudad del trabajo. El ocio no es necesario promocionarlo, ya la tiene de sobra. Las oportunidades de trabajo dependen de desarrollar la riqueza que está dentro de cada individuo. Claro, eso supone moverse y esforzarse.

Fuente: Diario de Sevilla